"¿Bananita dolca o barrita de coco? ¡esa es la cuestion!" me preguntaba, en la cola de caja de la farmacia esta que te vende tanto porquerías (golosinas) como porquerías (drogas)
Así de paradojica está la cosa: ahora resulta que vas por la crema anticelulítica, pero de la angustia salís con un chocolate con maní; y así miles de ejemplos aún peores, que no viene al caso citar porque la reflexión del día proviene de lo que ví cuando pagué mis productos, al finalizar la fila (con una crema en la mano y un cofler en la otra). En aquel rincón, medio disimulado para no persuadir a los compradores de caramelos, una balanza, de esas robotizadas, que te adivinan peso, estatura y estado civil. "¡Qué divertido!" pensé, mientras revolvía mi bolsillo "vamos a pagarle una moneda a este maldito aparato para que me imprima la verdad sin tapujos" El resultado fué que los 30 segundos en el aparato resultaron un mix de emociones: nunca es triste la verad pero..."Ud. pesa SOLO 100 gramos menos que la última vez que se pesó" me dijo en principio. (UFA. ¿Y sin la ropa cuanto restaría? Este saquito será muy grueso???) Encima, según la balanza, ahora mido 5 cm menos, lo cual empeora mi condición y me pone en desventaja...El autómata, no conforme con esto, fué por más: "ponga su mano allí y le calcularé su índice de grasa" (zássss) "Su índice de grasa es del 32%" (eso cotiza en la bolsa?? que quiere decir???) "Quiere decir que ud. tiene 20 kg de cebo" (EHHHH!!! calláte aparato blasfemo!!!!!!) Acto seguido, me chantó la fecha, la hora y me dijo que no me automedique.
Entonces, recurriré una vez más al placebo del cacao.
martes, 5 de octubre de 2010
La farmacia paradójica y su balanza mágica
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