jueves, 23 de septiembre de 2010

Arte apocalíptico


Esta nota da cuenta de porqué la serigrafía es un arte de porquería. Arte vampiresco, se realiza en la oscuridad y es tan oscura como sus secretos...así me fué.
Resulta que yo quería hacer unas estampas, y, como soy una tipa emprendedora, me lancé a la aventura creadora de no mandar a hacer, sino el nunca bien ponderado "hágalo ud. mismo"
Y no voy a usar este espacio para explicar cómo se hace, sino como se hace MAL:
Primero, dese a la búsqueda de los materiales, esos imposibles de conseguir que hacen que ud. recorra varios locales en puntos equidistantes de capital y el conurbano y gaste una considerable suma de dinero, luego solicite varios ayudantes en el extraño arte de utilización de una engrampadora a prueba de manos delicadas como las mías y hágase un cuadro de madera. Luego consígase una lamparita o varias que junten unos 500 watts de luz enceguecedora, las cuales paradójicamente, no puede prender hasta el momento de usarlas: ud. debe manipular todo tipo de quimicos en la más absoluta oscuridad, porque un mínimo de luminosidad los arruinaría. Ergo, colonice un espacio apartado para realizar el proceso, que además requiere agua (recomiendo el lavadero, y sacar el canario del mismo para que no muera intoxicado con las emanaciones). Coloque el líquido alucinógeno en el cuadro lo más parejo posible y más o menos adivine que lindo quedó todo exigiendo al máximo a los conos oculares que nuestra naturaleza diurna no nos dió, y luego prenda el secador de pelo para secarlo. Si su secador de pelo no funciona, como el mío, déjelo ahí un par de horas en la más absoluta oscuridad y vuelva preocupada luego, a medianoche, porque no se seca nada, y el proceso está en marcha y no puede interrumpirse. Regrese a la casa y traiga un caloventor o algo que seque, e intente enchufarlo en la oscuridad sin meter los dedos en el enchufe, tratando de no incendiar todo que es inflamable...mientras tanto, mantenga la mitad de la casa a oscuras para que no se filtren haces de luz en el aposento y preocupese más por la luna que alumbra demasiado, poniendo cara de vampiro ofuscado. En reiteradas oportunidades, regrese y como no sabe si está seco, toque la obra pegándose los dedos. Más o menos a las 2 de la madrugada, entre en el cénit de la desesperación cuando se avecine una tormenta y la agarre trabajando en el patio, a oscuras, y con una noche tan fresquita. A las 2.30, resuelva que el coso está bastante seco, que se avecina una tormenta y que salir afuera le está empezando a dar miedo a ladrones, vampiros, o peor aún, amaneceres; con lo que, aún en la oscuridad, ponga el cuadro de las estampas frente a las luces, y dele ON a los 400 watts que lo dejarán viendo estrellitas verdes por los 15 minutos de exposición reglamentaria a la luz. Mientras dure la luz, aproveche a preparar la manguera a presión porque el lavado es, para aumentar el suspenso y el dramatismo, a oscuras también. Apague la luz, saque el cuadro y sometalo a un lavado a presión hasta que vislumbre el dibujo maravilloso que ud. ha diseñado. Aclaremos que, durante el lavado a presión ud. se salpicará, y si son las 2.45 de la mañana estará en pantuflas y pijama, que se mojarán también. Pero todo sea por la gloriosa estampa, que, pese a todos los pronósticos, preparaciones y precauciones, NO APARECE.
Insista con el agua, en un último intento desesperado, hasta que el congelamiento empiece a hacerle creer que ud. es drácula en Rumania o que la imagen que busca es la del Santo Sudario en el mantel de la pizzería. Pero, a diferencia de las apariciones milagrosas, su milagro no se realizará. Eso le pasa por no haberle rezado a San Expedito. El cuadro sigue azul, todo azul. El lavadero, inundado, el patio, a oscuras. Dése el gusto y arrójelo con fuerza dentro del centro mismo del caos. Váyase a dormir pero primero cámbiese el pijama. Mañana a la luz del sol quizá todo se haya reducido a cenizas.